África: ¿la nueva China?

En los años cincuenta y sesenta, el hambre en el mundo era una cuestión principalmente asiática. Muchos economistas veteranos recuerdan que eran los intocables indios, las masas de agricultores en Indochina y los millones de pobres que se hacinaban en China los que lideraban los tristes rankings de subdesarrollo, mortalidad y miseria. En muchos casos, esta situación, venida de muy atrás, parecía que se enraizaba en causas que sería muy difícil de eliminar.

Sin embargo, poco a poco, esta situación fue evolucionando. Las economías asiáticas consiguieron integrarse en el comercio internacional. Sus gobiernos abandonaron políticas contraproducentes y adoptaron algunas de las reglas básicas del capitalismo: seguridad para las inversiones, pocas barreras al comercio, respeto a la propiedad privada, etc.

Así, a comienzos de los años ochenta, comenzó uno de los procesos más sorprendentes de la historia de la humanidad: millones de personas comenzaron a salir cada día de la pobreza, a mejorar su bienestar y su calidad de vida. Sigue habiendo demasiada miseria en estos países, pero la desesperanza ha dado lugar al optimismo. La década del 2000 al 2010 será recordada como la del gran salto adelante para las economías emergentes: China, India o Brasil, que junto a Rusia forman los llamados BRICs.

África: ¿la gran olvidada?

Ante este panorama, África aparece como la gran olvidada de la globalización. La riqueza mundial se mueve por todo el globo, pero el continente negro parece mantenerse al margen de este proceso. Los famosos acuden por doquier a solicitar ayuda para proyectos en países africanos y aseguran que cada día hay más pobres y que la brecha con los más ricos se agranda.

Sin embargo, este discurso obvia una realidad: África está creciendo mucho más deprisa de lo que se creía. Es más, el continente está en una situación de partida mucho más favorable a la que podía disfrutar China hace 30 años. Las incertidumbres siguen siendo muchas y el camino no será fácil, pero una mirada a las cifras macroeconómicas, sociales y políticas lleva a preguntarse: ¿estamos entrando en la década de África?

Más crecimiento que Asia

A partir de mediados de los años 2000, África ha sobrepasado a Asia como la región de crecimiento más dinámico en el mundo. Además, las previsiones apuntan a que esta tendencia se mantendrá al menos hasta 2015.

Las economías africanas han conseguido resistir a la crisis económica mejor (relativamente hablando) que las de los países más desarrollados. Si los países del continente negro consiguen incrementar su PIB entre el 6 y el 8% anual, como pronostican los analistas, en 2020 la riqueza africana sería el doble de la actual. Y el dinero llama al dinero.

Según la previsión de The Economist (ver gráfico 1), de los 10 países que más crezcan hasta 2015, siete serán africanos. Es un alivio pequeño para una situación muy complicada, pero los viajes más largos comienzan siempre con un pequeño paso.

Crecimiento económico previsto 2011-2015 (Fuente: ‘The Economist’)

La globalización ha llegado

A pesar de los discursos políticamente correctos sobre los males de la globalización para los países pobres, lo cierto es que no hay ningún indicador mejor para medir las posibilidades de un país que su integración en las redes del comercio mundial. África ha visto como durante demasiado tiempo las autopistas de las compraventas internacionales y las inversiones extranjeras la dejaban a un lado. Desde hace unos años, esto está cambiando.

Como explica The Economist en este artículo, la demanda de productos africanos está creciendo a altas tasas, tanto en el extranjero como en el propio continente. Esto quiere decir que no sólo desde otros países se llega cada vez más a África en busca de nuevos productos, sino que se está generando, poco a poco, el embrión de una clase media que demanda y consume cada vez más. De hecho, los sectores de crecimiento más rápido en los últimos años son «las telecomunicaciones, la banca y los productos manufacturados».

Según cifras de la Organización Mundial del Comercio (ver gráfico 2), el incremento en las exportaciones en África entre el año 2000 y el 2008 ha sido del 18% anual, sólo superado por las cifras de la Comunidad de Estados Independientes (CEI – las repúblicas de la antigua URSS). Además, esta tendencia se ha acelerado en los últimos ejercicios: en 2008, por ejemplo, las ventas crecieron al 28%, por encima, incluso, de China o Brasil.

Comercio mundial 2000-2008 (Fuente: OMC)

Democracia y seguridad

Para que una economía se desarrolle necesita un marco institucional que fomente las actividades productivas, y que sea sólido, estable y fiable. Por eso, los países con economías más libres y sistemas políticos más estables –normalmente democracias- presentan mejores indicadores económicos. Alguien que invierte en un país no puede estar al albur del capricho del tirano de turno. Además, aunque con excepciones, las dictaduras suelen ser más proclives al derroche, el robo y la mala administración.

También en este aspecto parece que África está dando un paso adelante. No se sabe cómo acabarán las revueltas en el norte del continente, pero si los países árabes consiguieran dar un paso adelante hacia la libertad, podríamos hablar de un mapa político dominado por regímenes más o menos democráticos. Muchos de ellos siguen teniendo graves carencias pero, de nuevo, es un primer paso importante.

Inversión y turismo

El corolario de los dos apartados anteriores es que está creciendo de forma espectacular tanto la inversión como el turismo. La suma de ambos datos muestra con claridad que Occidente cada vez confía más en África. Ya sea para pasar unos días de descanso o para poner un negocio, cada año son más los europeos y americanos que se juegan su dinero en el continente negro. De nuevo, además, no parece que esta tendencia vaya a revertirse en el corto plazo.

Así, como puede verse en el gráfico 3, los flujos de inversión neta de países de la OCDE hacia África pasaron de menos de 5.000 millones de dólares en 2002 a más de 35.000 millones en 2008.

Inversión neta en África procedente de la OCDE (Fuente: OCDE)

En el turismo, la situación es similar. Entre 2000 y 2009, el crecimiento ha sido del 6,3% anual, el mayor entre cualquier región del mundo si se exceptúa Oriente Medio (favorecido por los nuevos centros vacacionales en Emiratos, Qatar o Bahrein). Los apenas 14,8 millones de visitantes que tuvo África en 1990 se transformaron en casi 46 millones en 2009.

La incertidumbre: SIDA, China y políticos

Este idílico panorama no puede obviar que la salud del enfermo, aunque en franca mejoría, sigue estando asediada por numerosos peligros que podrían provocar una recaída en cualquier momento.

Quizás el problema más trágico que sufren las sociedades africanas sea el relacionado con la enfermedad del Sida, que afecta desproporcionadamente a las personas jóvenes. Así, en lugar de trabajar enérgicamente o acumular capital humano para un futuro mejor, éstos ven sus perspectivas cortadas por la enfermedad. Obviamente, una juventud dañada y en retroceso, tiene graves consecuencias para el desarrollo económico. Países como Sudáfrica, Namibia o Botswana tienen más del 15% de su población adulta infectada por la enfermedad. Y en otros muchos estados, el porcentaje ronda el 10%.

Asimismo, existen otras incertidumbres que deben tenerse en cuenta. Por un lado, la creciente interrelación entre China y el continente africano, tanto en forma de ayuda como de fuertes inversiones. A medida que la economía china crece, África sigue recibiendo recursos provenientes del gigante asiático. Pero si ésta se desacelera bruscamente, como parece probable según algunos analistas, ello podría afectar negativamente a proyectos de inversión que dependen de sus fondos.

Por otro lado, se han señalado los peligros que puede suponer para los países más pobres la evolución en el precio de los alimentos. Según se prevé, 2011 será un año en el que predominará la inflación en materias primas. Ello levanta preocupaciones por la posibilidad de que se den nuevos disturbios, como los que tuvieron lugar en 2008.

Por último, a pesar de que el contexto político parece estar mejorando, siempre existe el riesgo de que los tiranos de turno echen los progresos por la borda en poco tiempo. Así ha sido el caso de Mugabe en Zimbabwe u Obiang en Guinea Ecuatorial, protagonistas ambos del empobrecimiento de sus poblaciones en beneficio propio.

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